lunes, 8 de abril de 2013

BOSQUEJO HISTÓRICO

Aunque la herencia ha sido un fenómeno familiar desde épocas remotas en todo el mundo, fueron necesarios muchos estudios y tiempo para aclarar los enigmas y pensamientos oscurantistas que perduraron en la antigüedad. Es razonable, que una comprensión científica de la herencia solo podrá alcanzarse a partir del conocimiento de hechos básicos biológicos, particularmente los relacionados con la reproducción y los medios por los cuales se perpetua la substancia viva.
En los siglos pasados, los hombres de ciencia emitieron hipótesis para explicar el origen y formación de las especies, estas hipótesis jugaron su papel en un momento determinado y las mismas sirvieron para dar origen a otras más avanzadas.
La ciencia en la generación espontánea compartida por numerosos materialistas hasta el siglo XIX no llegó a extinguirse completamente hasta que Louis Parteur y otros, probaron que la herencia y la materia viva van íntimamente ligadas.
Bonnet y otros enunciaron la llamada teoría de la preformación y la epigenesis. Estas teorías presumían que el cuerpo del hombre estaba ya preformado en el espermatozoo o en el huevo.
En 1866 Darwin expone su teoría de la pangénesis; la cual considera que cada célula del cuerpo producía sus propias copias llamadas gémulas que yendo a través del torrente circulatorio llegaban a las células sexuales y las transmitían las características del organismo.
Weiman desafiando la ciencia de los caracteres adquiridos, desarrolló la teoría del plasma germinal, que representó un paso hacia adelante en la comprensión de la herencia. Consideró a los tejidos reproductores – las células germinales y las que de ellas proceden como plasma germinal, que supuso separado y distinto de los otros tejidos del cuerpo (somatoplasma); Weiman demostró que el plasma germinal se perpetúa a si mismo, e inicialmente, engendra la formación del resto del cuerpo, el soma. El lenguaje moderno (que no empleó Weiman) deberíamos decir que los genes se reproducen por si mismo y que el resto del cuerpo es un subproducto de su autoreproducción. Esto explica por que los cambios inducidos por el ambiente en el cuerpo, en el soma, no se transmiten al plasma germinal, como ocurriría si la pangénesis fuera cierta. Por tanto, los caracteres adquiridos no se pueden heredar.





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